Pista de baile, luces tenues, tango. Dos cuerpos se abrazan y comienzan el juego; conectan desde el mismo lenguaje porque lo aprendieron... y el juego? es el de interpretar la música generando un encuentro único de gran intensidad emocional cada vez.
Los violines vibran en mi pecho, suben por mi espalda hasta el cuello estremeciéndome, me verán encoger los hombros, y dirán que dejo la técnica de lado, pero no me importa porque en ese momento en el que mi cabeza se inclinó es cuando más cerca me siento del tango. Es cuando su cuerpo y el mío encontraron la unión más profunda.
Y se escapa una caricia de mi mano a su espalda, una gota de sudor cae de su frente a mi hombro, reímos, ops! un gancho casi por sorpresa, la música se intensifica y los violines nos elevan a una nube, mi pierna lo envuelve al momento que su brazo me rodea aún más... los ojos se entrecierran, mi cuerpo responde al suyo pero yo ya no comprendo cómo, porque la mente descansa en un corazón que es ahora un fuelle más...
(continuará... supongo).
Gracias a Juana Ghersa x la imagen q tomé prestada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario