Despertarme por el olor de las tostadas.
Mirar por la ventana y ver que todo es más brillante bajo el sol.
Levantarme contenta, sonriendo a quienes me voy cruzando en el camino, y dispuesta a colaborar con eso que ya todos están haciendo, y es justito lo que yo tanto deseaba: ¡Desayunar al aire libre!
Oler, ver, oír, sentir...
Acostarme en el pasto. Cerrar los ojos y descubrir que las ramas están cantando. Y que en el agite de sus hojas, una palmera puede sonar parecido al agua... (al agua de una fuente, como la de Av. Del Libertador y Av. Sarmiento, pero sin los autos).
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